En muy pocas ocasiones un profesional de la comunicación tiene la oportunidad de sentarse con un cliente para ver el resultado de su trabajo tres años después. Contribuir a que una marca nazca, se comercialice y crezca. Y matizo comunicación, no publicidad, porque es un trabajo multidisciplinar donde intervienen diferentes especialistas: investigadores comerciales, estrategas de marketing, copys, diseñadores gráficos, fotógrafos e ilustradores. Y el éxito del proyecto radica en tener las ideas claras para lograr el equilibrio idóneo. Que la balanza no se incline excesivamente hacia un posicionamiento radical extraído de una dinámica de grupo, fruto de la investigación comercial. O que un concepto creativo se imponga por el gusto particular del profesional que lo concibe. Henri Joannis, uno de mis teóricos de la comunicación favoritos, vino a decir lo siguiente: “Olvídate de lo que aprendiste en la facultades de Bellas Artes o de Letras y conviértete en un comunicador” Y es cierto. Tiene que prevalecer la objetividad frente a los criterios individualizados. Que los árboles no te impidan ver el bosque, para avanzar e ir más lejos dando pasos seguros.
El nombre de ISOLA se investigó. La muestra de público seleccionada entre un universo conocedor y consumidor de los frutos secos eligió este nombre entre otras opciones. Descubrió las connotaciones que contenía la propuesta: “SOL”, “ISLA” y “OLA”. Tres características que, según ellos, eran intrínsecas de este producto elaborado en las Islas Canarias, en medio del Atlántico, y con el optimismo de las numerosas horas de sol que nos acompañan a lo largo del año. El paso siguiente giró en torno a los hábitos de consumo de los frutos secos, a las particulares costumbres de cada uno. De ahí el claim testado y aprobado: “frutos secos que acompañan”, que propicia su consumo en cualquier situación.
La identidad corporativa de la marca fue concebida partiendo de la sencillez, buscando el equilibrio y el contraste, evitando lo superfluo. La gráfica, los colores y cada una de las aplicaciones mantienen una unidad y una coherencia que no son habituales en sus marcas competidoras. Los lineales en los puntos de venta suponen un claro y llamativo reclamo que ubica, identifica y diferencia rápidamente al producto en las góndolas.
Este proyecto, junto a otros dos, fue seleccionado como caso de éxito por la Asociación de Diseñadores y Empresas de Diseño de Canarias (DICA), en unas jornadas de diseño llevadas a cabo por la Cámara de Comercio de Santa Cruz de Tenerife. Pero el auténtico valor de la marca radica en la iniciativa empresarial del fabricante. Después de tres largos años de gestación el producto se introdujo en el mercado. El lanzamiento coincidió con el comienzo de la crisis económica en este país. Y desde entonces su producto no solo se mantiene sino que crece.
Fuente: http://www.isola-alimentacion.es/