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Pablo Iglesias: para, para, para…

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No recuerdo el programa de televisión pero sé que fue en la 6ª mientras hacía zapping. Bajo la intervención y moderación de la presentadora, tras el visionado de unas imágenes, un personaje realizaba un minucioso análisis de Pablo Iglesias cuando se dirigía al público, concretamente a los simpatizantes y seguidores de ‘Podemos’ en el Palacio de Vistalegre. “Y se dirigía a ellos como si se tratara de un meeting”, puntualizaba el experto en comunicación de forma despectiva, claro está. No renunciaba a su cantaleta* el caballero, no. Lo que decía Pablo, cómo lo decía y dónde lo decía era diseccionado palabra por palabra para buscarle los tres pies al gato y desprestigiarlo. Tres contertulios se mantenían expectantes y esperaban su turno para intervenir. Y por la expresión de alguno, con ganas de tirarse al cuello del analista.

 Paralelamente en los medios, la derecha –torcida ya por la corrupción– y Kent a la cabeza de los socialistas y sin ninguna Barbie que le robe protagonismo siguen insistiendo en el populismo de ‘Podemos’ como algo aberrante y maléfico. Que lo digan los engominados de polos de cocodrilo no me extraña porque forma parte de su discurso, pero no lo entiendo del PSOE. ¿El origen del socialismo no fue precisamente ocuparse de los parias, de los desheredados? Hoy por hoy parece que están a años luz de ellos. Es la triste realidad pero siguen mirando hacia otro lado.

 Nuestro comunicólogo, que sí tenía conocimientos pero no me sorprendió por ellos sino por su actitud prepotente y presuntuosa, era un godo enterado. Así es como los llamamos en Canarias dada su carencia absoluta de humildad. Tanto alarde hizo de su bagaje cultural que en un momento determinado habló de la disonancia cognitiva, “para elevar el nivel de la exposición” le dijo a la presentadora. Eso de “¡llaneza, Sancho, llaneza!” de don Alonso Quijano no debe de ir con él. Pero, después de todo, hizo una reflexión positiva con el “para, para, para” en un momento de la intervención de Pablo. Elogió el empleo retórico de la anáfora en el hábil discurso del líder de ‘Podemos’. Si a estas alturas alguien sigue pensando que el “demagogo–telepredicador” es un político más, lo lleva claro. Yo pienso como muchos: Pablo, no pares, sigue.

 Imagen: El Jueves

(*) Repetición enfadosa o insistencia molesta en un tema o pretensión, según el Diccionario ejemplificado de canarismos. Instituto de Estudios Canarios

 

 

 

 

 

Regreso al futuro pluscuamperfecto

 

A raíz de la aparición del conjunto de normas que regulan la ortografía en la nueva edición de la Real Academia Española, vigente desde 2010, y teniendo en cuenta todos los cambios que se han originado, he regresado  a la Ortografía básica y a la nueva Gramática básica de la lengua española; al Diccionario panhispánico de dudas, y a todos aquellos artículos que explican y documentan los cambios originados. Y aún así sigo teniendo muchas dudas. En el día a día, como no todo el mundo tiene  que estar al corriente de las novedades  se originan  controversias entre anunciantes y redactores. En una ocasión ante una incorrección grave que advertimos  en un texto y después de consultarlo con un filólogo para salir de dudas, el cliente nos respondió: “Aunque la corrección venga del mismísimo Gómez Torrego, el texto se queda como está”. Así que muchas veces no hay nada que hacer. Y te das cuenta de que hay muchos batatos *, unas veces dentro  y otras fuera de la agencia de publicidad.

Y siguiendo con la nueva ortografía, algunos cambios afectan al adverbio “solo”, que llevaba tilde cuando equivalía a “solamente”. Ahora no es obligatorio ponerla en ningún caso. La “o” también llevaba tilde cuando iba entre números, precisamente para que no se confundiera con un cero. Ahora tampoco hay que incorporarla. Y ojeando estos cambios aproveché para darle un repaso a los tiempos de los verbos,  para tener claras las voces activa y pasiva, que tan importantes son para mantener el ritmo y el dinamismo a la hora de escribir frases largas o cortas. Y he pasado del presente de indicativo al futuro pluscuamperfecto, más rápido que Marty McFly con su delorean  en  Regreso al futuro.

Y además, sin proponérmelo, he sido testigo de otra “ortografía verbal” inapropiada que de vez en cuando se cuela en televisión.  Voy a incidir en algunos errores que  he comprobado personalmente, que más bien parecen sacados de El dardo en la palabra, de Fernando Lázaro Carreter. Pero no, porque  he sido testigo mientras veía los telediarios. Por ejemplo, en el Día de las Fuerzas Armadas el periodista que retransmitía el desfile dijo: “ Y ahora sobrevuelan los aviones que aterrizan en el agua”. ¿Aterrizan o amerizan? Creo que es obvio conocer la respuesta correcta, y lo dijo con total seguridad porque no rectificó. Otra, también en un telediario: “El cadáver será trasladado desde la sede del velatorio al cementerio”. Si trasladas el cuerpo solo, es decir, el cadáver, creo que tiene razón, pero lo correcto era decir el féretro ya que el cuerpo estaba en el interior de un ataúd.  Y el más reciente, también en otro importante telediario, la presentadora dijo: “El caso Bretón da un giro de 360º” Y yo me pregunto: ¿360º o 180º? Si das un giro de 360º vuelves al lugar de origen, luego estás en el mismo punto de antes, ¿o no? Y las muletillas tan odiadas por los profesores de periodismo. Como el del corresponsal que retransmitía durante una corta aparición y repitió tres veces: “A renglón seguido”, como transición de un comentario a otro para enlazar las declaraciones de un político. Una reiteración desproporcionada para una mínima intervención.

En una rueda de prensa el ministro del interior hizo referencia a la metedura de pata de la antropóloga del Cuerpo Nacional de Policía en el caso Bretón, al confundir los huesos humanos con los de animales. Fue muy contundente al decir : “Hasta el mejor escribano comete un borrón”. Y yo añado de mi cosecha: “Hasta el mejor periodista se despista”, si es que a la falta de conocimientos se puede considerar despiste. Porque no es lo mismo que un estudiante de secundaria o un universitario cometan estos errores, que lo haga un profesional consolidado con años de experiencia. Y por último recurro a un clásico que Lázaro Carreter también dejó muy claro en una de sus obras. Muchos profesionales lo siguen utilizando y, además, me viene muy bien para finalizar. Es el mal dicho “punto y final” cuando lo correcto es “punto final.”

(*) Personas que no saben nada de nada, según el Diccionario ejemplificado de canarismos del Instituto de Estudios Canarios.

Fuente: http://www.youtube.com/watch?v=ff4DF2L2OFY

Sustantivo español agredido por adjetivos ingleses

 

Alguna falta de ortografía disimulada, titulares que combinan varios idiomas o ausencia de tildes y profusión de excesivos anglicismos están siendo cada vez más frecuentes en los mensajes publicitarios. Una práctica que no goza de la aceptación de todos, pero resulta eficaz porque llama enormemente la atención. Cuando el periódico El País decidió que su marca figurara sin tilde, no pasó desapercibido para el público que se quejó al defensor del lector.  Las críticas fueron abundantes. Argumentaban cómo era posible que este prestigioso diario no siguiera las reglas que exigía la Real Academia Española de la Lengua, a través de sus normas de ortografía. En mi opinión, el defensor se vio desbordado por el acoso y cedió el protagonismo al director de arte del diario, es decir, al máximo responsable del diseño de la publicación para que diera explicaciones. Parece que no fue un argumento estético – yo creía que sí­ – sino técnico el que obligó a la supresión de la tilde, porque las fotocomponedoras de fabricación norteamericana carecían de mayúsculas acentuadas . Pero creo que estos argumentos no fueron convincentes o las presiones fueron aún mayores. Y poco después, un pequeño triángulo rectángulo apareció sobre la “I” rompiendo la armonía de las mayúsculas.

Estas “agresiones” que sufre la ortografía por parte de los comunicadores, que muchos consideran inaceptables, se viven con cierta frecuencia en los departamentos creativos de las agencias de publicidad y en los estudios de diseño . Y, lógicamente, hay posturas enfrentadas. Por un lado la norma te dicta que escribas con corrección. Y, por otro, se aceptan las soluciones  que se proponen a través de gráficas rompedoras con el objetivo de llamar aún más la atención. La competitividad por diferenciarse frente a los demás ha dado cierta licencia a los profesionales del sector para elegir el camino más conveniente. Y me refiero no solo a los diseñadores gráficos, también a los copys  y a los ejecutivos de cuentas. Estos últimos muy amigos de las redes sociales y de la invasión que una particular jerga anglófona está llevando a cabo, oleada tras oleada en nuestras mentes, a través del marketing online.

Pero es en algunas  campañas donde se nota aún más este efecto. Los anuncios de la compañía aérea Vueling son muy llamativos y singulares, e ilustran las dos posturas que menciono. Por un lado destacan por  una gráfica que combina textos en inglés y español muy comprensibles. Por otro suponen una agresión total a la lengua por la particular mezcla de idiomas, pensarían los que defienden el correcto uso del castellano. Realmente la cuestión es plantearse hasta qué punto estas combinaciones hacen el daño que muchos dicen. En el sector publicitario trabajamos con muchos anglicismos. Es más fácil decir story que “guión de televisión”, lo reconozco. Corto y contundente. Pero me niego a decir layout cuando la palabra española es boceto, o flyer si me refiero a volandera. Y hay  más ejemplos. El problema  radica  cuando de forma gratuita se prescinde del rico vocabulario del castellano por comodidad, para aparentar conocimientos de otros idiomas o, sencillamente, por pura pedantería.  Me quedo con el consejo de D. Quijote a su escudero: “Llaneza, Sancho, que toda afectación es mala”.

Origen de la imagen:

http://www.data-red.com/graficas/grafica.php?id=460&keywords=&empresa=