Edgar Allan Poe llegó a ser sospechoso de cometer algún crimen, porque la descripción de los hechos en algunos de sus relatos recordaba un asesinato real. Era tan minucioso en los detalles que algunos textos sorprendieron a la policía. Y las coincidencias eran muy grandes. La genialidad del escritor no se cuestionó pero su inocencia sí.
Fueron muchos los diseñadores que trataron el suspense y plasmaron el crimen en sus trabajos. Y Saul Bass fue el máximo exponente de la intriga y la muerte, principalmente en el cine. Asesinó con manchas de pincel y tuvo por cómplices una gráfica muy sencilla y la tipografía adecuada a cada situación. Integró con un gran dominio de la composición todos los elementos en sus carteles. Un grafista que captó, sintetizó y supo plasmar magistralmente la tensión como antesala de cada una de las filmaciones.
Hace años, cuando comencé como dibujante novato en esta profesión (ahora se llama ilustrador), tuve la suerte de compartir conversaciones muy interesantes con un director creativo –de los buenos– con el que aprendí mucho. Estuvo poco tiempo en la agencia, pero resultó ser un gran aporte de conocimientos. Viajaba con frecuencia de Centroamérica a Estados Unidos. En una ocasión para dirigir una sesión fotográfica de lencería en una mina de carbón. Un contraste muy sugerente el del tejido blanco sobre el mineral. Me habló mucho de Saul Bass, de la simplicidad, la sencillez , el buen uso de la tipografía y el gran talento de este diseñador predilecto de Hitchcock. Me dio muchas lecciones magistrales de composición y visualización que recuerdo gratamente.
Plasmar el crimen y vivir de él es toda una experiencia. Nunca hablamos de asesinar a más de un ejecutivo de cuentas cuando se ponían bordes, pero a veces hay miradas que matan. Y en alguna ocasión las vi en su rostro.
Origen de la imagen: icono14.net
Autor: Saul Bass